Primitiva Imagen de la Virgen de la Cabeza
Sobre el origen de la primitiva Imagen no existen noticia cierta. Las distintas hipótesis afirman que fue esculpida en madera, con anterioridad al siglo XI siendo posiblemente de estilo bizantino. Hay que tener en cuenta que en el oriente se esculpían vírgenes negras que traían los peregrinos al Occidente de vuelta de los lugares santos.
Los escasos detalles ciertos que se conocen de la antigua talla, desaparecida en 1936, provienen de cuadros de los siglos XVII y XVIII y algunas fotografías, de principios del XX, de la Imagen vestida. En estas representaciones, los ropajes de la Imagen están conformados por una saya, reducida prácticamente a mandil, y manto para la Virgen y una túnica para el Niño que envuelve el busto de la madre y nos hace aventurar que ambas figuras pertenecen a un todo.
Las características iconográficas que se adivinan tras sus vestiduras, nos muestran aquella Imagen de María, como figura que porta al Divino Infante en su brazo izquierdo, que queda oculto, mientras que con el derecho le ofrece una manzana como fruto de salvación, convirtiéndose así en la Nueva Eva. El Niño tiene en su mano izquierda una pequeña bola, representando al mundo, y simbolizaría la idea de Jesús como Señor de toda la tierra, mientras que el brazo derecho descansa oculto, en el hombro de la madre.
Según el testimonio de D. Rafael Pérez de Vargas y del Río, conde de la Quintería y Hermano Mayor 1920-1922, quien puedo contemplar la Imagen sin sus ropajes, la describía de estilo bizantino, con la cabeza en clara desproporción con el cuerpo, con el cuello delgado y las extremidades inferiores muy cortas, estando sentada en un trono, siendo su altura real de unos 35 cm y que estaba montada sobre un armazón de madera que algunos llamaba cubo.
Actual Imagen de la Virgen de la Cabeza
La Imagen que hiciera José Navas Parejo en 1944 tras la desaparición de la antigua, está realizada en madera policromada y estofada en oro. La iconografía representada, es la de Madre y Señora sentada sobre un pequeño sitial sin respaldo, sosteniendo al Divino Infante en su brazo izquierdo, mientras con el derecho ofrece un pequeño fruto rojizo, interpretado por el pueblo como un madroño dada la abundancia de este fruto en la sierra.
La Imagen de María viste túnica carmesí ceñida con un pequeño cíngulo o efed de líneas verticales, al gusto hebreo, manto azul estofado en oro, en alusión a la Encarnación y a su Inmaculada Concepción y tocado blanco que deja ver el cabello moreno partido en dos que le cae sobre los hombros. El Niño viste túnica clara como redentor del género humano y porta en su mano izquierda una esfera dorada que representa al mundo y simboliza la idea de Jesús hombre y salvador, redentor del género humano, al tiempo que con su mano derecha nos muestra a su Madre.
Destaca sobremanera en ambas figuras, y que prenda el corazón de sus devotos cofrades, el color moreno de su piel, que le ha dado el nombre cariñoso con el que todos la llaman: «La Morenita».