Antes de que se edificara el actual santuario de la Virgen de la Cabeza existió una ermita medieval, que con el paso de los siglos tomaría la actual denominación conforme el culto y devoción a su titular va alcanzando una mayor universalidad; cuando su fama se extiende por buena parte de la geografía nacional e Iberoamérica y las visitas al mismo se hacen muy numerosas.
La ermita
No está aclarado cuándo se edificó la primitiva ermita medieval. Se plantea que fuera entre los siglos XIII y XIV. Hay quien apunta entre 1287 y 1304, fechas que parecen muy exactas para ser ciertas; si tenemos en cuenta que no se aportan las fuentes documentales en que están basadas tal afirmación.
De todas formas, podemos decir, que se trataba de un edificio gótico mudéjar, similar a otros existentes en Sierra Morena, del que quedan ejemplos en el Valle de los Pedroches (Córdoba).
La ermita de la Virgen de la Cabeza estaba construida adosada al fortín del Jándula que en la cumbre del cerro de La Cabeza existía, como antes indicamos, dedicado a albergar una guarnición militar que controlaba los caminos que comunicaban Andalucía con La Mancha, habiendo estado en poder de los árabes y de los cristianos, que lo ocuparon en distintos momentos durante las guerras que unos y otros mantuvieron.
El Santuario
Debido al auge que la devoción a la Virgen de la Cabeza va tomando a lo largo del siglo XVI, su ermita se transformará en un nuevo templo, con categoría de santuario, gracias a los esfuerzos económicos de la cofradía de Andújar.
En la década de los años treinta se iniciaron las obras, que concluirán a finales de dicho siglo. En este espacio de tiempo se construyó la capilla mayor, nave del templo, sacristía y fachada.
La cabecera de la iglesia se edificó entre 1534 y 1541. Era de proporciones amplias, de estilo gótico y separado por un arco toral del resto del templo. La conclusión de esta capilla no significaba la continuidad del resto de las obras, debido al cambio de arquitectos y a la falta de dineros por parte de la cofradía constructora. Se plantearon tres diseños de la edificación, el primero vinculado a Domingo de Azpeitia, el segundo a Andrés de Vandelvira y el último a Francisco del Castillo.
Una gran reja, de 6 m. de ancho y 8,58 metros de alto separa la capilla mayor del resto del templo, una nave. La misión era crear un ambiente más íntimo y distinguido, donde el devoto de inmediato se sintiera distinto, y más respeto con el ser sagrado que allí se encuentra. La reja es una señal de respeto, no sólo un obstáculo. Tras la Guerra Civil, se restauró en 1941 en la Escuela de Artes y Oficios de Granada.
La gran reja, magnífica obra de arte, la hizo el taller de Bartolomé Gómez y Juan Rodríguez de Salamanca. Aunque la traza puede ser de Agustín de Aguilar, vecino de Jaén, o del propio Andrés de Vandelvira.
Otras tres rejas había en el interior de la capilla mayor, todas del siglo XVI. El resto del templo se edificó entre 1552 y 1572.
En estos veinte años se hicieron modificaciones diversas y se cambió de arquitecto.
El primer proyecto preveía una serie de columnas que impedían ver la capilla mayor, por lo que, tras la visita de las obras por el obispo de Jaén, Diego de Tavera, encargó nuevas trazas a Vandelvira, el cual planteó un gran espacio cubierto bajo una larga bóveda de cañón y capillas laterales insertas en los tramos situados entre sus contrafuertes, permitiendo así una visión total del altar mayor.
La sacristía se contrató en 1568 por los canteros Bernabé de Lorca y Antonio Pérez, terminándola en solitario éste último, siendo concluida en 1594.
La fachada se hizo con la traza de Vandelvira, se inició en 1612, labrándola el cantero local Rafael Pérez.
El balcón que se abría en ella mandó construirlo el obispo Sancho Dávila y Toledo (1600-1615), habiéndose terminado en 1607. La ornamentación de la capilla mayor constaba de un retablo, concluido en 1554. En él se representaba la historia y milagros de la Virgen de la Cabeza. Se le sustituye por otro en 1611, siendo realizado por el escultor Francisco de Eiras, de acuerdo con la traza de Sebastián de Solís, escultor, ensamblador y arquitecto giennense.
Se doró por el vecino de Úbeda, Bernardo Joseph. En el siglo XVIII, primer cuarto, es cuando el santuario se transforma con sustanciosas remodelaciones, tanto en su templo, dependencias y exterior; se doran varios altares, se separan las alcobas de las habitaciones altas, se construyen la lonja y seis nuevas habitaciones.
Sabemos que el camarín era alto, todo dorado, sobre campos rojos, azules y blanco, con gran multitud de ángeles, que recuerdan la subida a los cielos de María Santísima, por estar el templo dedicada a su Asunción. Los atributos de Ntra. Sra. y muchas coronas.
Al oriente sale una hermosa ventana con vidriera y cortina carmesí. En el centro del camarín había un altar cuadrado, sobre el cual estaba la imagen de la Virgen en su trono de plata, decorado con el escudo de la ciudad de Andújar y escenas de la procesión, rodeado de cabezas de ángeles. A los pies, sobre el trono, una luna de plata con remates de estrellas doradas. La imagen tenía corona de oro con piedras preciosas, sobre ella otra que se remataba con “un mundo de oro de porcelana” y encima una cruz esmaltada. Sobre ella tiene otra corona de plata, que parece sale de
los hombros de la imagen. Como se ve todo al gusto del barroco. El rostrillo era de oro con perlas, diamantes y esmeraldas.
Del cuello colgaba una cadena de oro, de la cual a su vez pendía una cruz pectoral donada por el obispo de Jaén, Brizuela y Salamanca.
Esta descripción, que venimos haciendo, corresponde al siglo XVIII, según nos dejó escrito el sacerdote Bartolomé Pérez Guzmán. En el camarín había también cuatro espejos, unos enfrente de los otros, dos a dos. Bajo éstos unas “pilicas de agua bendita”, y en las paredes laterales una lámina del Nacimiento y otra de la Huida a Egipto. Sobre el altar una cruz y un crucifijo de marfil, junto con seis candeleros y un atril, todo de plata. El altar mayor tenía un retablo dorado, con esmaltes de rubí y esmeraldas, en lo alto una imagen de la Virgen. Al lado del Evangelio San Pedro y al otro San Eufrasio.
En medio un tabernáculo para guardar el Santísimo Sacramento. En la mesa del altar había un crucifijo y seis candeleros y un atril, de plata todo
ello. La capilla mayor estaba circundada de un balcón de hierro, del que salían unos pescantes al aire con asas, de los que colgaban cuarenta lámparas. La sacristía estaba detrás del altar mayor y debajo del camarín, tal como hoy se encuentra. Los altares de las capillas laterales estaban llenos de imágenes de santos muy diversos: San Diego de
Alcalá, San José, San Miguel, San Rafael, San Francisco de Paula, San Antonio de Padua, San Domingo, Santa Catalina, Santa Teresa de Jesús, San Juan Bautista, etc.
Saliendo de la capilla mayor, a la derecha, estuvo el lugar considerado de la aparición, que debió desaparecer en las obras que hemos visto del siglo XVI; ya que dos centurias después no existían. Santuario tan suntuoso estaba bien dotado de enseres para el culto divino: Cruces, cálices, candeleros, incensarios, vinajeras, campanillas, hostiarios, ornamentos para los cultos, lámparas para su iluminación, etc. Bastantes de estos objetos vinieron de América, gracias a los muchos devotos de Ntra. Sra. de la Cabeza.
Diversas andas procesionales tuvieron el santuario, hechas en el siglo XVI y sucesivos. Las actuales que se emplean en romería y día de la aparición fueron donadas por Carmen Mármol Trigo en 1957, ejecutadas en Lucena (Córdoba) por Angulo, constaba de tres varales, siendo llevadas por unas cien personas. Para la romería de 2000 se ampliaron añadiéndole un cuarto varal, lo que propició un aumento del número de quienes las llevan, llamados anderos.
El entorno del santuario
Alrededor del santuario se edificaron casas para las cofradías, tiendas, casa para el santero, pozos, herrerías, huerta, etc., muchas de estas construcciones entorno a una plaza; en cuyo acceso se colocó un arco de piedra en la segunda mitad del siglo XVIII.
En las calzadas que llevan a la casa de Ntra. Sra. existía el humilladero, de forma cuadrada con una cruz en el centro y cuatro columnas cubiertas por una bóveda de media naranja. En el entorno de aquel paraje se llegaron a instalar una serie de ermitaños que vivían en pequeñas construcciones denominadas celdas.
Con el nombre de la Virgen del Rosario se edificó una ermita en el siglo XVII, primera mitad, por el sacerdote de Bujalance (Córdoba), Alonso de Rojas Tovoso, que murió en 1645, habiendo fundado una Obra Pía que repercutía económicamente en el santuario. En el siglo XIX el abandono de aquella y la necesidad de restaurarla, la cofradía de Andújar admitió de ermitaño a Pedro de Ntra. Sra. de Loreto, autorizándole a pedir limosnas en pueblos cercanos. En la actualidad, solamente quedan unas ruinas y unos sillones labrados en piedra, que están incluidos en el Catálogo de Bienes de Interés Cultural del Ayuntamiento, pero ya es demasiado tarde.
El Santuario
El Santuario es de planta rectangular y se estructura en tono a un gran eje central dispuesto en dirección norte-sur. La iglesia es de una nave central con bóveda de medio cañón y con pequeñas capillas adosadas a sus laterales, que contiene, tras el presbiterio, el camarín de la Virgen y un pequeño patio cuadrangular con galerías de arcadas, al Este de este núcleo se encuentran las dependencias del monasterio de los PP. Trinitarios. En el lateral oeste se edificó entre 1964 y 1966 un nuevo cuerpo de tres pisos. En la parte baja se encuentra la cripta donde reposan los restos del capitán Santiago Cortés, entre otras personas. Próximo a este espacio se conservan unas ruinas donde los devotos depositan sus ofrendas o exvotos para la Virgen, dándoles gracias por haber obtenido su ayuda o para pedirle algo.
En el lado sureste se construyó en 1948 un pequeño Parador de Turismo, con capacidad para 16 personas. Cerrado hace muchos años. En el año 2008 los PP. Trinitarios inauguraron un nuevo edificio en el mismo lugar, destinado a Hospedería y Centro de Acogida de Peregrinos. Tiene 18 habitaciones, cocina, comedor, salas de exposiciones y de conferencias, dos patios interiores, venta de objetos religiosos y servicios higiénicos. El nuevo espacio fue cedido por el Ayuntamiento de Andújar a la Orden Trinitaria.
En 1949 el obispo de Jaén, Rafael García y García de Castro, declaró parroquia al santuario, en cuyos alrededores se levantaron diferentes hitos que recuerdan el acontecimiento bélico antes referido. Igualmente se edificó un cuartel de la Guardia Civil, casas para cofradías y peñas romeras, un cementerio simulado para recuerdo de las víctimas y un museo –actualmente desmontado- dedicado al asedio y defensa del lugar. Sobre él se construyó un monumento de piedra del escultor Antonio González Orea, se inauguró en 1965. Se trata de una gran Virgen con el Ángel de la Victoria subiendo al cielo a uno de los defensores caídos, llamada también Virgen de La Paz.
Con motivo del VII Centenario de la Aparición de la Virgen al pastor, se colocaron en las calzadas que acceden al santuario quince monolitos en piedra que contenían cada uno un misterio del Santo Rosario. El promotor fue el andujareño Antonio Alcalá Venceslada. Fue bendecido el 12 de agosto de 1928, por el obispo de Jaén, coincidiendo con la clausura del Año Jubilar.
Cada monolito llevaba un relieve en bronce, esculpido por Juan Luis Vasallo Parodi, natural de Cádiz, afincado en Baeza (Jaén), y un poema de diferentes escritores de la época. Destruido el Rosario Monumental durante la Guerra Civil, fue sustituido por uno nuevo, en el que aparecían solamente los relieves en bronce, obra de González Orea.
En 1998 se inauguraba el Museo Mariano, creado por la comunidad Trinitaria, siendo rector el P. Jesús Herrera Martínez. En él podemos contemplar importantes obras de arte, entre otras, el cuadro del siglo XVII pintado por Bernardo Asturiano, La romería, y distintos mantos de la Virgen.
Otro patrimonio importante del santuario es su archivo histórico, que contiene principalmente el de la cofradía matriz desde el siglo XVI.
En febrero de 2000, el Rector del Santuario P. Domingo Conesa Fuentes y el ministro Provincial de la O.SS.T., P. Luis Miguel Alaminos Montealegre, bendijeron la colocación de los quince antiguos poemas, que volvían a ocupar sus primitivos lugares. Estos están escritos en bronce, siendo su autor Manuel López Pérez.
En la lonja de Santuario existe un monumento a Miguel de Cervantes Saavedra, primer cronista de la romería, colocado en 1956 por la Diputación Provincial de Jaén y el Ayuntamiento de Andújar, obra del escultor Jacinto Higueras, y otro al Pastor de Colomera, escultura de González Orea.
Junto a la calzada principal existe un monumento conmemorativo del asedio que sufrió el lugar por las tropas republicanas. En los alrededores, colocaron unos monolitos en piedra labrada, en las distintas posiciones de defensa del santuario, ocupadas por los nacionales. En este mismo tramo el año 2006 se puso una reja, bellamente labrada, realizada por López Pérez.
En la capilla mayor, separada del resto del templo por la reja del siglo XVI, restaurada, de la que antes hablamos, se colocó un retablo con dos hornacinas, una a cada lado, ocupadas por San Eufrasio y San Juan de Mata. En el centro un gran espacio abierto, desde el que se puede ver el camarín de la Virgen, separado por un cristal. El retablo ha sido restaurado en 2002 por Santiago Lara, Socuéllamos (Ciudad Real). En 2008 esta capilla sufrirá cambios significativos para adaptarse a la solicitud de ser declarado el santuario, basílica.
A lo largo de los años el camarín ha sufrido diferentes obras que lo han transformado. En el centro hay un altar donde se coloca la imagen en alto, rodeado de dos candelabros, de ocho luces y diez candeleros, además de cuatro jarrones, un centro de flores y un pie de candelero con Cristo en la cruz, todo ello en plata de los talleres sevillanos de Manuel de los Ríos.
En el resto del templo aparecen unas capillas laterales ocupadas por diversos altares, conteniendo las siguientes imágenes: Un crucificado de escultor Mariano Benlliure, la Virgen del Pilar, el Beato Marcos Criado, San Juan Bautista de la Concepción, la Santísima Trinidad y la Virgen del Carmen.
En el coro, sobre la puerta principal, existe un magnífico órgano; obsequio de la Guardia Civil, inaugurado por el maestro Guridi.
En el año 2000 se comenzaron a colocar en los laterales de la bóveda de la iglesia una serie de pinturas al óleo representando diversas escenas de la Virgen María, cuyos autores son los artistas plásticos: Jerónimo Mata, Francisco Hoyos, Manuel García Ibáñez, Rafael Toribio Fernández, Luis Aldehuela Gómez, Alicia Aldehuela Alonso, José Ramón Navarro Ruiz, Francisco Jesús Medialdea Guerrero, Daniel Céspedes y Martín Berrio.
En 2014 el obispo Ramón del Hoyo, bendijo el Columbario en el que depositar las cenizas de los difuntos. Ello venía a solucionar la demanda de muchas personas, para evitar las posibles situaciones de frivolidad, abandono o desprecio a sus reliquias.