Quienes asisten a la romería siempre se han llevado algún recuerdo de ella, prefiriendo aquellos objetos que han estado cerca de la Virgen; porque no tiene el mismo valor personal y sentimental uno que haya sido bendecido o no. De ahí que los romeros llevaran en, siglos pasados, a los sacerdotes sus estadales, medidas y rosarios para pasarlos por el manto de Ntra. Sra. de la Cabeza. Dichos objetos los colgaban en una horquilla y se lo acercaban, así se cargaban de esa energía divina que tenía gran importancia para el que los recibía.
Un recuerdo muy peculiar ha sido siempre el “pito”, llamado así para diferenciarlo del “silbato”. Este último tiene en su interior un pequeño objeto cilíndrico, generalmente, que, al soplar gira, mientras que los “pitos” no contienen nada dentro, contando con dos aberturas; una para entrar el aire y la otra de salida, teniendo en su extremo inferior un agujero para poder pasar un cordel y colgarlo al cuello. Los “pitos” se han unido a otra serie de figuras, a modo de juguetes para regalar a los niños. El origen pude ser ibero, habiendo formado parte de algún ritual mágico a alguna divinidad que pudo recibir culto en el cerro de La Cabeza. Cuando se adquieren solos están hechos de barro, unas veces decorados y otras no; sin embargo, cuando se unen a figuras, actualmente, son de cerámica y van pintados con diferentes colores.
Estamos ante un instrumento musical muy popular, que su uso no requiere conocimientos previos, al tener como finalidad solamente emitir ruido para divertirse. La compra de “pitos” a veces la hacían los romeros por celemines, para ir regalándolos a los niños de los pueblos por los que pasaban cuando regresaban de la romería.
Algo común a todas las romerías son los “estadales”-cintas estrechas de colores que llevan grabados de imprenta el nombre de la Virgen o Santo, en nuestro caso el de la Virgen de la Cabeza- y las “medidas”, llamadas así porque representan lo que mide de alto la imagen de la Virgen –son cintas el doble de anchas que los estadales y figura impresa lo mismo que en los otros-. Actualmente se pueden adquirir en el santuario infinidad de recuerdos de esta fiesta.
Mulos enjaezados
En la Romería de Andújar es tradicional aparejar los mulos con adornos de alegres y llamativos colores que dan una especial vistosidad al camino. Los mulos se atalajan con «jáquimas» en sus cabezas que suelen ir adornadas con borlas, flecos y madroños de gran colorido y con espejitos que al reflejar la luz dan una característica luminosidad al paso de la caballería.
Jamugas
Se trata una silla de viaje que, desde la Edad Media, se utilizan para montar la mujeres en las caballerías; es una silla de tijera, con patas curvas que se acopla en el lomo de los mulos enjaezados que se cubre artísticas colchas o mantones bordados que dejarán ver solo su espalda y brazos de madera que en algunos casos están suntuosamente tallados. En las jamugas, las señoras con sus mejores galas se sientan de lado, siendo muy típico y característico verlas desfilar, a la salida y entrada del pueblo, lanzando gritos de alegría a la multitud a la voz de ¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA!
Estadales de la Virgen
Los estadales son cintas de raso o seda de diversos colores que tienen tradicionalmente la medida del alto de la imagen y a los que se le cuelga una medallita con la imagen de la Stma. Virgen de la Cabeza y se suelen adornar con una mota a modo de borla también de raso o seda. Estos estadales suelen llevar inscripciones alusivas a la Virgen y alguna dedicatoria de la personas que lo realiza. Habitualmente se encarga por docenas con el fin de regalarlos en Romería a familiares y amigos que los llevarán como muestra de participación en la Romería, siendo curioso ver a Romeros con el cuello cargados de ellos a su vuelta del Santuario.
Piticos de barro
En la romería de la Stma. Virgen de la Cabeza, es típico ver los conocidos como piticos de barro, consistentes en unos pequeños instrumentos sonoros hechos de barro a mano, y que en su parte inferior posee un orificio para pasar un cordel y colgarlos al cuello a modo de silbato. Hoy en día se sigue fabricando tal y como se hacía en el siglo XVII donde tienen su origen, utilizándose en la la fiesta de la Romería, de marcado carácter popular, para silbar a las Cofradías visitantes que a su entrada en Andújar el viernes de Romería, lo hacía a golpe de tambor y que de forma jocosa, increpaban a los Andujareños.