
Esta obra nace como testimonio y homenaje al Octavo Centenario de la Aparición de la Santísima Virgen de la Cabeza. Su inspiración
se remonta al instante mismo de aquel prodigio; por ello, será confeccionada sobre terciopelo azul, evocación fiel de la madrugada gloriosa de 1227 en la que el Cielo tocó la tierra.
Cada año, cuando la lluvia de estrellas, las perseidas agosteñas, ilumina la noche durante la Procesión de la Aparición, parece
que los firmamentos vuelven a representar aquel milagro primero.
Entre resplandores, luces y luminarias, el humilde Pastor de Colomera descubrió, en el hueco de dos piedras, la bendita Imagen que desde entonces guía la fe de generaciones enteras.
En recuerdo de esta historia sagrada, hemos querido que cada cofradía, grupo parroquial y procofradía de la Virgen de la Cabeza quede representada en forma de estrella. Así, el
firmamento se puebla de luces que simbolizan a sus hijos, unidos en una misma fe y un mismo amor.
Esos astros celestiales se entrelazan con roleos y hojas de acanto, emblemas de la vida eterna, de la inmortalidad gloriosa y de la victoria luminosa sobre toda oscuridad. Un mensaje que recuerda
que, desde aquella noche santa, la Virgen camina con nosotros, sosteniéndonos con su gracia maternal.

