La Virgen de la Cabeza es la primera imagen mariana de España en recibir la Rosa de Oro, un “singular privilegio” con el que Benedicto XVI reconoce su patronazgo sobre la Diócesis de Jaén, así como la profunda devoción con la que es venerada y la amplia historia de su romería, la más antigua del país.
Así lo ha destacó el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, en la presentación de la visita de La Morenita a la catedral de Jaén en el marco de la celebración del Año Jubilar que se celebró en 2009 para conmemorar el centenario de su proclamación como patrona de Andújar y el cincuentenario de su designación como patrona de la Diócesis jiennense.
La Rosa de Oro fue instaurada por León IX en el año 1049 para distinguir a personalidades católicas destacadas, especialmente reyes, reinas y dignatarios, hasta que después del Concilio Vaticano II pasó a ser un regalo a las más importantes advocaciones marianas.
Según explica Enrique Claudio Girbal en su tratadito sobre la Rosa de Oro publicado en 1880:
“’Yo soy la flor del campo y el lirio de los valles’; indica el oro de que se compone que Jesucristo es Rey de los reyes y Señor de los señores, cuyo profundo sentido mostraron ya los Reyes Magos, cuando como a Rey, le ofrecieron rendidamente el oro. El fulgor y alto precio del metal y las piedras con que la Rosa está compuesta, significan la luz inaccesible en la que habita el que es Luz de luz y Dios verdadero: el olor de los perfumes que sobre ella vierte en la bendición el Sumo Pontífice, representa en invisible esencia la gloria de la Resurrección de Jesucristo que fue de espiritual alegría para todo el mundo, pues con ella terminó el corrompido ambiente de las antiguas culpas y por todo el universo se esparció el suave aroma de la divina gracia; el color encarnado, de que en otro tiempo se teñía, representa la Pasión de Jesucristo; las espinas ofrecen la santa enseñanza de que en las espinas del dolor puso Jesús todas sus delicias, y recuerdan aquella corona que ensangrentó la cabeza del Redentor. En la Rosa, por último, se figura y simboliza la felicidad eterna».